Internet ha sido un gran avance para la sociedad. Podemos hablar (y conocer) personas que están muy lejos de nosotros, podemos compartir opiniones y difundir cosas, buscar y encontrar información, descargar música, películas y libros. En definitiva, creo que Internet le ha venido muy bien a la cultura. ¿O tal vez no?
Porque no he podido evitar pararme a pensar que desde que Internet llegó a mi vida, con todas sus seductoras opciones de entretenimiento como Twitter, Facebook, foros o Tumblr me he vuelto muy vaga. Y leo muchísimo menos. Y de hecho, no soy la única a la que le ha pasado. El otro día comentaba con una amiga esta misma cosa: con Internet se lee menos.
Tal vez la web nos ponga al alcance de un clic toda la cultura que queramos. Con registrarnos en una página podemos descargarnos todos los libros que se nos antojen y leerlos en un e-book, podemos ver películas que de un modo u otro nos habría sido más difícil (o imposible, según la peli) de encontrar.
Pero... ¿a qué precio? Internet es infinito. Puede que te sientes frente a la pantalla del ordenador a las cinco de la tarde y que, al levantar la vista, descubras que ya son más de las nueve. Y sientes que, en el fondo, no has hecho nada. Has perdido el tiempo. Tu tiempo.
Ahora, cuando tienes veinte minutos libres, lo primero que haces (en la gran mayoría de casos) es meterte en una red social, ya sea Twitter, Facebook, Tumblr... Y yo hablo por experiencia propia cuando digo que antes, cuando tenía un momento libre, aunque fueran cinco minutos, me ponía a leer. Estoy convencida de que a más de uno le pasa lo mismo. ¿Qué nos está pasando?
¿No creéis que esto va paradójicamente en contra de la cultura? Al menos, de la cultural personal. Por supuesto que depende de la persona y que la clave está en saber moderarse, pero yo cada vez veo más casos de este estilo.
Así que vengo a proponeros un reto: vamos a dejar de usar tanto Internet, vamos a fomentar la lectura. O a dibujar. O a podar bonsais. O hacer planes para conquistar el mundo. O a hacer lo que quiera que hiciéramos antes y que hemos ido dejando de lado.
Porque en el día hay tiempo para todo.Excepto para estudiar. Para eso nunca hay tiempo.
Porque en el día hay tiempo para todo.